Iconos de lo tenebroso


Si bien en la columna anterior hable de cómo el miedo ha estado presente en la historia de la humanidad, lo cierto es que actualmente con este tema, ya existen ciertos rostros horrendos y aterradores e incluso autores de renombre.

Desde el siglo XIX aparecieron los primeros nombres propios para la cultura popular de lo terrorífico. El nombre Frankestein asociado al espantoso ser creado con restos de cadáveres, en si no es el nombre del monstruo sino de su creador Victor Frankestein, quien apareció en la novela de Mary Shelley en 1818. Aquí vimos un terror enfocado en la culpa. Un joven impulsado por la curiosidad desafía las leyes de la naturaleza y crea una terrible criatura que le carcomerá la consciencia y se convertirá en su suplicio por el resto de la obra.

En este caso la alusión de un ser que permeó en la cultura popular con el nombre de su creador logró sonar más que su propia autora. Aunque en este tiempo también llegó un hombre que sentó un precedente en este género.

Fantasmas, novias cadavéricas y la temible sensación de ser enterrado vivo fueron elementos que formaron parte de la literatura elaborada por Edgar Allan Poe, quien, a pesar de solo vivir cuarenta años, logró hacer perdurar su nombre hasta el día de hoy como un gran icono del terror. Su lenguaje poético y las detalladas y espeluznantes situaciones planteadas nos pueden sumergir en una inquietante tensión de una incertidumbre desesperante como el hecho de ser encerrado hasta esperar la agónica muerte o una tortura incierta que juega con tu mente como la que vemos en el genial cuento “El pozo y el péndulo”.

Para muchos solo un ave negra, para Poe la inspiración de uno sus cuentos más famosos, El cuervo.

El aporte de Guy de Maupassant en el género de terror presenta un panorama de cómo han evolucionado las percepciones del ser humano ante un mundo cada vez más conocido por los avances de la ciencia. En su cuento publicado en 1887, El horla, el protagonista ante la reflexión de que aún nos falta por conocer todo lo que nos ofrece el mundo y lo que está más allá de los sentidos, termina topándose con un inquietante ser invisible que poco a poco como una inevitable enfermedad va acabando con su cordura. Aquí vemos como la intrigante sensación que ocasiona lo desconocido brota de la mente humana para presentar temibles escenarios que quizás para nuestra fortuna no hemos alcanzado.

El siglo XIX no acaba sin antes darle cabida al mayor icono del terror, inspirado en la figura del temible y sanguinario Vlad Tepes y traído por el autor Bran Stocker, en 1897 se publica Drácula sentando el mito del vampiro moderno, seres elegantes y seductores, pero también hambrientos de sangre e incluso carentes de humanidad por el hecho de ser monstruos inmortales.  

Drácula ha sido un personaje con interpretaciones en diversos medios, incluyendo el mundo de los videojuegos donde es un personaje clave en todo la saga Castlevania

Con el paso al siguiente siglo vemos un gran cambio en el paradigma de las historias de terror y es que algo que no se ha mencionado es cómo influyen los medios para transmitir el miedo a través de las historias. En la tradición oral basta un narrador y el ambiente apropiado para que este al hablar nos sumerja en un ambiente inquietante. Ya con la lectura, el narrador utiliza los elementos del lenguaje y de la narrativa escrita para estimular la imaginación del lector y espantarlo ante una situación indeseada o generar en su mente la imagen de un espanto que surgirá de la oscuridad.

A inicios del siglo XX empezó el auge del cine y el terror se volvió más visual. Ya no recreabas a los monstruos en tu mente, sino que el cine te genera una imagen de los mismos. Las múltiples leyendas de hombres lobos se convirtieron en uno de los temas comunes para las películas, al igual que las momias que regresan a la vida. Faltaría agregar a dos iconos del siglo anterior que ingresan con contundencia al mundo del cine, el monstruo conocido como “Frankestein” (aunque después de leer el libro me lo imaginaba más grotesco que la versión difundida en la cultura popular) y por supuesto aquel que podría coronarse como el rey de los monstruos, el mismísimo conde Drácula.

Cartel de la película de 1941 del Hombre lobo.

Al día del hoy han llegado más personajes del cine de terror que igualmente se han vuelto icónicos y los monstruos clásicos han dejado de representar el terror que representaban, aunque esto se debe a cómo la humanidad se ha familiarizado con los mismos, a fin de cuentas, el recelo hacia lo desconocido es uno de los fundamentos del miedo. Además, el terror en el cine se basa de hacernos presenciar sensaciones más explicitas para hacernos desear no sufrir el mismo destino de los personajes involucrados y existirán muchas ideas creativas para generar esto siendo una de las más conocidas, el género slasher que ha traído personajes icónicos como Jason Vorhes protagonista de la saga Viernes 13. Igualmente, la literatura puede aprovechar temores modernos para sacarnos de nuestra zona de comodidad.

Mientras más familiar sea un personaje para alguien este lo va a interpretar de diferentes maneras como los monstruos clásicos, dándoles muchas versiones a los mismos, por lo que ser una parte tan reconocida de la cultura popular puede restarles terror a estos iconos, no obstante, ellos siguen siendo remanentes de esa época en la que llegaron a aterrorizar a su público.


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